Esta semana es San Patricio, una fiesta que en Irlanda se
celebra por todo lo alto. Diréis ¿y a qué viene esto? Tengo una amiga que vivió
un tiempo allí, quedó enamorada y está deseando volver. Cuando vino a cenar a
casa le preparé esta tarta para que se sintiese más cerca. Oye, algo es algo.
Si nunca habéis probado esta tarta os va a sorprender el
sabor del bizcocho, ya que no sabe a cerveza, el sabor es de un bizcocho
de cacao superesponjoso. Es una receta muy sencilla y exquisita.
Ingredientes:
Para el bizcocho:
250 g de harina de repostería
75 g de cacao en polvo sin azúcar
2 ½ cucharaditas de bicarbonato sódico
350 g de azúcar glas
250 ml de cerveza negra
250 g de mantequilla
150 g de nata para montar
2 huevos
Para el frosting:
150 g de azúcar glas
50 g de mantequilla en pomada
125 g de queso crema
Empezamos:
1 Precalentamos el horno a 180º y forramos con papel
vegetal o engrasamos el molde que vayamos a usar.
2 Mezclamos la
harina, el azúcar, el cacao y el
bicarbonato hasta que quede todo bien integrado, tamizamos y reservamos.
3 Ponemos en un cazo a calentar la cerveza con la
mantequilla, que caliente para que se deshaga bien la mantequilla pero que no
llegue a hervir.
4 Añadimos la nata a la olla y batimos con unas varillas, añadimos
los huevos y seguimos batiendo hasta que esté todo bien ligado.
5 Sin dejar de remover mezclamos poco a poco la mezcla de
harina, cacao y azúcar, batimos hasta que quede una mezcla uniforme.
6 Vertemos la mezcla
en el horno y horneamos unos 50 minutos. Al ser tan líquida la masa tarda más
que los bizcochos normales.
7 Hacemos la crema, tamizamos el azúcar glas y con la
varilla de la batidora la mezclamos con la mantequilla hasta que estén bien
integrados.
8 Añadimos el queso y batimos un poco más. Cuando la mezcla
se ponga blanca, estará lista.
Con el bizcocho ya frío, decoramos la tarta como más os guste. Yo opté por espolvorearle un poco del mismo cacao que usé para hacer el bizcocho. A disfrutarla, que no durará mucho.
